La promulgación de la Constitución Política de Colombia en 1991 implicó un salto cualitativo desde el punto de vista de los fundamentos filosófico-jurídicos, que constituyen los pilares sobre los cuales se ha edificado el Estado Social y Democrático de Derecho. Desde el Preámbulo su dogmática se hace hermenéuticamente exigible, tangible y realizable en el ámbito socio-jurídico, pues al definir claramente los fines y fundamentos esenciales del Estado, los derechos y obligaciones sociales de los particulares, y de inscribirla en la égida del derecho internacional, al mismo tiempo, la dota de mecanismos eficientes para su concreción en la cotidianidad de la convivencia ciudadana. En tal virtud, la Axiología o Estimativa erigida en su columna vertebral, demanda de manera apenas lógica y coherente, que todo el resto del articulado y la normatividad desarrollada a partir de sus más caras premisas, resulten impregnados de su advertida esencia teleológica. Comenzando por reivindicar a la familia como la célula básica de la sociedad, a la manera de JUAN JACOBO ROUSSEAU cuando afirmaba: La más antigua de todas las sociedades y la única natural es la familia, pero los más inocentes y frágiles de sus miembros son los niños, las niñas y los adolescentes, bien podemos complementar.
