Nos pasamos la vida tratando de que nuestros hijos sean felices, pero perdemos de vista los elementos esenciales que realmente les procuran esa felicidad. Muchos creemos que con sólo ofrecerles cosas materiales ya cumplimos: les estamos dando todo lo que nosotros no tuvimos. Sin embargo, muchas veces lo que nuestros hijos piden a gritos es amor, tiempo, atención, guía, disciplina, la visión de un presente amoroso y un mañana promisorio.